Trotsky y el POUM

Un fragmento sobreTrotsky y el POUM

Andy Durgan        

Fragmento del libro BOC 1930-1936, Laertes, BCN, 1996, p.434-437), reproducido con permiso del autor.

       Por su parte, el movimiento trotskista no había perdido la esperanza de que el recién fundado POUM fuese a mostrarse receptivo a la idea de crear una cuarta internacional. Sin embargo, las relaciones entre la trotskista Liga Comunista Internacionalista (LCI) y los antiguos militantes de la ICE, que nunca habían sido estrechas, se interrumpieron a raíz de la adhesión del POUM, en enero de 1936, al pacto electoral de izquierda. A partir de este momento, Trotsky, que desde 1931 no había prestado mucha atención a España, comenzó a publicar una serie de escritos corrosivos contra sus antiguos seguidores. El antiguo dirigente bolchevique acusó a Andrade, que fue el firmante del acuerdo electoral en nombre del POUM, de haber traicionado al proletariado "en provecho de una alianza con la burguesía". La justificación del POUM sobre su decisión, en función de las condiciones específicas imperantes en España, fue tachada por Trotsky de constituir el "argumento habitual de todos los oportunistas (...) la técnica electoral no puede justificar la política de la traición, que constituye el lanzamiento de un programa común con la burguesía...". Para Trotsky, los antiguos comunistas de izquierda se habían convertido "sencillamente en la cola de la burguesía e «izquierda» (...) ¡Es difícil imaginarse una caída más humillante!".

      Trotsky acusó a los antiguos militantes de la ICE de "vegetar en la organización confusionista de (...) Maurín, sin programa, sin perspectivas, sin ninguna importancia política". Según Trotsky "la acción de los marxistas en España comienza por la condena de la política de Andrés Nin y Andrade, que era y sigue siendo, no solamente errónea, sino criminal". De Nin, que fue quien más lo decepcionó, afirmó que "en el curso de la revolución ha revelado lo que es en realidad, un diletante, completamente pasivo (sobre quien no alimentaba) personalmente ninguna esperanza de (que volviese a ser) de nuevo un revolucionario", aunque al mismo tiempo admitía que "podía equivocarse" en su opinión sobre el dirigente poumista. Para Trotsky la mayoría de sus antiguos simpatizantes en España merecían ser "estigmatizados para siempre como traidores a la revolución" porque, al no seguir la directriz trotskista de integrarse en el PSOE, habían permitido que "la magnífica juventud socialista (se pasase) al campo estalinista". La tarea de los seguidores españoles de la Cuarta Internacional iba a ser, por un lado, integrarse en el PSOE y las JSU, y por otro, "comprender a fondo y exponer claramente ante los ojos de los obreros avanzados el lamentable papel jugado por la dirección (del POUM), en particular el de los antiguos comunistas de izquierda...".

       En cuanto a Maurín, Trotsky reiteró sus críticas de cinco años antes y lo describió como "la encarnación del pequeñoburgués revolucionario, ágil, versátil y superficial" a lo que añadió que "no estudia nada (.. . ) comprende poco y siembra la confusión". Según Trotsky, "toda la política" de Maurín era "nacionalista-provinciana y pequeñoburguesa reaccionaria en su esencia misma". La teoría de la revolución democráticosocialista de Maurín también fue blanco de las críticas de Trotsky, que la calificó de "galimatías ecléctico". Trotsky argumentaba que la revolución de octubre de 1917 en Rusia había demostrado que "la revolución democrática y la revolución socialista se encuentran en lados opuestos de la barricada" y que, en España, ya se había llevado a cabo la revolución democrática, pero ahora el Frente Popular "la resucita". Para Trotsky, la revolución socialista sólo podía hacerse realidad mediante una lucha implacable contra la revolución "democrática" y su Frente Popular. Carecía de sentido, por lo tanto, esa "síntesis de la revolución democráticosocialista".  Estas críticas revelan de manera bastante fehaciente que Trotsky tenía poco conocirniento acerca de cuál era la verdadera posición de Maurín, así como de las críticas frontales del POUM al Frente Popular.

        Los dirigentes del POUM, pese a las invectivas que les dirigía Trotsky, consideraban que el análisis de la situación política española que éste hacía era válido. En el análisis internacional el POUM coincidía también en gran medida con la visión de Trotsky. Por esta razón, esporádicamente, la prensa del partido continuó publicando artículos suyos.  En la primavera de 1936, en un artículo acerca de las causas históricas del atraso de España, Gorkín alabó el "magnífico" diagnóstico que de éstas hacía Maurín en sus dos libros sobre este tema y Trotsky en el folleto La Revolución Española, publicado en 1931. El 1 mayo de 1936, la JCI declaró su intención de "seguir el camino de Lenin y Trotsky... el camino del octubre ruso". La simpatía que el antiguo dirigente bolchevique despertaba era manifiesta sobre todo en aquellos sectores del POUM compuestos casi exclusivamente por antiguos militantes de la ICE. Enormes retratos de Lenin y Trotsky adornaron las paredes del cine madrileño donde se celebró el mitin del partido durante la campaña electoral de febrero, en el que habló Maurín. Una octavilla publicada el1 de mayo de 1936 por la agrupación poumista de Salamanca del POUM, compuesta por antiguos militantes de la ICE, afirmaba que Trotsky era el único de los antiguos dirigentes bolcheviques que aún "mantenía en alto la bandera de la revolución internacional".

      El artículo de Maurín "Yo no soy trotskista...pero", publicado el1 de mayo de 1936, contrasta de manera nítida con las invectivas lanzadas por Trotsky contra el POUM y sus dirigentes. En respuesta a la campaña estalinista en su contra y en contra de su partido, Maurín explicaba en este artículo que aunque ni el POUM ni sus dirigentes eran trotskistas, no se sentían insultados por ser calificados de tales. Las discrepancias sobre toda una serie de cuestiones no podían enmascarar la verdad de que Trotsky había sido, y seguía siendo, "uno de los cerebros mejor organizados del movimiento socialista". No sólo no era contrarrevolucionario, sino que era el "hombre de la revolución de octubre (y) el mayor dirigente bolchevique después de Lenin". Maurín contrastaba esta apreciación de Trotsky con una larga lista de rasgos no revolucionarios de la política de Stalin, desde la "división de la clase obrera en Alemania", pasando por su recién estrenado patriotismo, hasta su apoyo a la Sociedad de Naciones. Maurín, que no era trotskista, llegaba a la conclusión de que Trotsky estaba "mil codos por encima de esa turba de recientes «revolucionarios»; «revolucionarios» desde que la Internacional comunista ha sacrificado toda veleidad revolucionaria en los altares de la «sagrada unión», de la «patria» y de la «democracia burguesa»".

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